Relateando | Una mínima señal
Ella caminaba por la calle, con la cabeza llena de dudas que no sabía bien cómo poner en palabras. No era algo que pudiera explicar fácilmente, pero había algo que la inquietaba. No era lo que se decían o dejaban de decir, sino esa sensación de estar en un punto donde no sabía si debía seguir o alejarse, si aquello era sano o no para ambos.
Una tarde, mientras el viento soplaba fuerte, decidió que necesitaba pedirle una señal. No es que fueran cercanos, apenas hablaban de vez en cuando, pero había una magia entre los dos, y había algo que la hacía querer entender si todo esto estaba bien. No buscaba promesas ni nada de eso, sólo necesitaba saber si estar aunque fuese de esa manera en la vida de él era algo bueno o si ya era momento de apartarse, como ya había hecho anteriormente.
En silencio, sin decirle nada directamente, pidió una señal. Algo, cualquier cosa que le confirmara que su presencia no le hacía daño, que no estaba complicando más las cosas para él. Porque, aunque no hubiera nada entre ellos, sentía que necesitaba estar segura de no estar en el lugar equivocado.
Por su parte, él seguía en su mundo, sin darse cuenta de las dudas que la rondaban. Y un día, de forma inesperada, él levantó la vista y, por un segundo, pareció notar lo que ella estaba sintiendo. Pero no dijeron nada, como siempre. No hubo palabras, ni nada que confirmara sus pensamientos.
Sin embargo, en ese breve instante, ella entendió algo. No era la señal que había estado esperando, pero, de alguna forma, era suficiente para seguir adelante sin él.

